El desarrollo histórico ha permitido identificar a diversos dirigentes de gobiernos, empresas, sindicatos, grupos estudiantiles y de instituciones públicas. Este selecto grupo reconoce como líderes o lideresas a personas que trabajan con un colectivo o comunidad y que influyen en éste para lograr un propósito o utopía. Son en definitiva, capaces de inspirar y guiar como modelos de vida.

‘Liderazgos’, el microespacio que apoya Grupo Impulso y que se transmite a través de Radio UdeChile, conversó con el académico y Premio Nacional de Historia 2006, Gabriel Salazar Vergara, sobre liderazgos en mutuales y sindicatos obreros del Siglo XIX y XX, y el rol del mundo político en la ‘cuestión social’.

Salazar se define como ‘un historiador social, crítico y de izquierda, pero no marxista’, cuyo objeto de estudio está puesto en aquellos sectores populares más marginados y no necesariamente en las clases dirigentes, según lo declarado al Diario El Metropolitano, el año 2000.

Según el investigador social, el concepto clásico y político de liderazgo le parece “ambiguo, porque si lo miramos históricamente, crudamente, no en función de definiciones que podrían ser idealistas o idealizadas, el liderazgo tiende a ser personal, tiende a ser un individuo”, quien posee ciertas capacidades o cualidades para vanguardizar las masas al mejor estilo de un comandante, un caudillo o un héroe social, señaló.

Más adelante, el historiador agregó que, aunque es válida la acción de guiar el liderazgo hacia un destino colectivo, aquello pierde su efectividad cuando éste no interpreta el sentir de sus seguidores o no se manifiesta como “el portavoz de los sentimientos de su pueblo”. Salazar indicó que dichos personajes construyen una carrera personalista que paulatinamente los lleva a autoproclamarse como el ‘dictador bueno”. Agregó que: “si el poder no retorna a la base social, el concepto es peligroso”.

Chile, entre 1918 y 1925, conoce de liderazgos que emergen a través de diversos movimientos sociales, con la Federación Obrera de Chile (FOCH) y Luis Emilio Recabarren a la cabeza, estudiantes autodenominados ‘ácratas’, profesores, empleados públicos, hasta un sector de los industriales, con una sola idea fija “ellos tenían que legislar y dictar leyes”. Fue el momento histórico en que el pueblo soberano decidió lo que debía ser el Estado y sus leyes, relató el Premio Nacional.

Estas ‘asambleas nacionales autoconvocadas’ se propusieron darle al país leyes económicas, un sistema educacional y una nueva constitución, y en ese hito histórico “no hubo liderazgo individual”, sino que a través de asambleas instalaron vocerías representativas, agregó.

En la misma década, Arturo Alessandri Palma, desde el liderazgo civil y Carlos Ibáñez del Campo, desde el caudillismo militar, se enfrentaron por el poder, pero tuvieron coincidencia en la creación y promulgación de la Constitución de 1925.

El concepto ‘pueblo’ ha ido evolucionando a través de la historia de Chile. Para Salazar, se usó en plural desde fines del siglo XVIII hasta mediados del Siglo XIX, apelando a los “pueblos rurales”, producto de los cabildos soberanos y auto-expresados donde votaban colectivamente, hasta inclusive llegar a forzar la abdicación del Director Supremo O´Higgins.

En el Siglo XX, el populismo de la clase política le dio valor al concepto pueblo – en tanto individuos votantes que ejercían su derecho a sufragio – hasta el Gobierno de Salvador Allende. Posteriormente, en la década de los 90, el término “gente” fue acuñado por la Concertación, según Salazar.

El ‘Mutalismo’, como movimiento pre-político, nació a partir desde 1830 y fue “barrido por el código del trabajo del año 31”. Este fenómeno originalmente permitió administrar los fondos sociales y previsionales a los propios trabajadores, esto significó “aprenden a gobernarse” a través de asambleas. Años más tarde, el capital acumulado pasó al ‘Seguro Obrero’ del Estado junto a los bancos privados, aseguró el historiador.

Pero el escenario chileno cambió hacia finales del Siglo XX, el trabajador soberano se transformó en un ente social ‘de peticiones y protestas’. Ya no gobernaba fondos propios y la acción de poder la tuvo que canalizar junto a los partidos políticos, explicó el académico.

Según el entrevistado, la experiencia en Valparaíso – entre otras acciones sociales – se erige en la actualidad frente a una crisis de gobernabilidad y legitimidad de la élites nacionales. Por ello, el estudio de PNUD habla de una ‘ciudadanización de la política’ (PNUD 2017). Esto ha implicado que cada vez haya menos organizaciones estatutarias y más redes ciudadanas.

Volver a escuchar la entrevista: viernes 5 de julio.